HOMO URBIS

Homo Urbis es una impresión de nuestro tiempo, un síntoma vital. La muestra del individualismo y la soledad del individuo contemporáneo en su progresiva deshumanización. Evadirse en un mundo digital, vivir en inmensas ciudades o la actitud vital pasiva son factores que conllevan a la gran contradicción de sentirse aislado en medio de la multitud de una gran urbe. Parece así que la individualidad se ha impregnado en el ADN del ser contemporáneo, pagando un peaje en forma de soledad como mal endémico.

Solo se mira hacia dentro, como excusa para no encontrarse con una realidad física en la que exista la necesidad interactuar con el prójimo, y es que quizá los patrones infinitos que nos rodean nos aíslen de la percepción natural, creando seres felizmente abstraídos.

Resulta inquietante la paradoja de la sociedad híper conectada, donde a priori cada vez es más fácil comunicarnos y sin embargo aumenta la distancia física y emocional entre los humanos. Existen pruebas refutadas que pese a los avances en medicina que han aumentado la esperanza y la calidad de vida, progresivamente aumentan las enfermedades y trastornos derivados de la soledad como una especie de síntomas de una sociedad pre-distópica.

De la relación entre futuro e individualismo surgen complejos interrogantes. ¿Se pueden afrontar los retos a los que se enfrenta la humanidad, como la desigualdad, los conflictos o el cambio climático, desde la acción individual? ¿Es posible crear una evolución más favorable a través de acciones desarrolladas desde lo común, aunque ello conlleve relaciones humanas más próximas e interconectadas?

El trabajo Homo Urbis surge desde la inquietud personal ya que nace de la necesidad real de afrontar estos interrogantes. El proyecto es el resultado de un proceso de trabajo de tres años en él que se han realizado piezas en ciudades de los cinco continentes con la intención mostrar así que se trata de un fenómeno a escala global.

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