P E R I H E L I O

La Antártida es la última gran reserva, el único continente sin dueño, allí donde sólo podemos ir con nuestra imaginación y sin embargo el territorio donde más resuena el eco de nuestras acciones como especie.

Perihelio es un proyecto de investigación en el que se analiza la identidad de la Antártida a través de la experiencia personal de participar en una expedición científica al Polo sur.

El proyecto formula una inmersión en la arquitectura natural de la Antártida abordando la relación entre este ecosistema clave para nuestro planeta y el ser humano que lo habita. Una cartografía sensitiva en el que reflexiona sobre la huella humana en el territorio de mayor conflicto frente al cambio climático.

Este trabajo fue realizado gracias al apoyo del Ministerio de las Culturas y las Artes de Chile durante el perihelio del 2019, fase -dentro de la órbita anual terrestre- en que la tierra se encuentra más cerca del sol.

Texto de Lidia Gil
Teórica, crítica y comisaria de arte.

Reportaje de Televisión Española

Lidia Gil Calvo

Historiadora del arte y comisaria

Revelando la Antártida
Todo resulta lejano, extraño y legendario cuando se piensa en la Antártida. El mero hecho de ser un continente que no pertenece a nadie (y no ha conocido guerra alguna) provoca un curioso regocijo y cierta emoción, tan colonizada como está la Tierra por nuestra especie, que todo lo convierte en una posesión sobre la que ejercer su poder con derecho propio. Las durísimas condiciones que impone este territorio parecen una especie de advertencia a los humanos, el recuerdo constante de que no somos todopoderosos; que hay lugares que la historia parece respetar y se resisten a tener dueño y ser sometidos. Otro rasgo sorprendente es que no existe población nativa en la Antártida, siendo el primer ser humano que nació allí un hijo de argentinos que vino al mundo en 1978. Este dato da la idea de lo frío, seco (llueve menos que en el Sahara) y extremo que es este lugar.

La tierra más austral del Planeta ha sido la última en ser conocida. Fue casi un espacio imaginario desde la Antigüedad, considerado muy tarde como continente -se pensaba que debajo del hielo no había tierra firme-, y en los imprecisos mapas realizados desde el Renacimiento y hasta el siglo XVIII era llamada “Terra Australis Incognita”. Fue protagonista de un sinfín de expediciones de carácter descriptivo y aspiraciones colonizadoras en la “Edad heroica de las expediciones de la Antártida” (desde finales del s. XIX hasta la década los veinte del siglo pasado), que generó una ingente cantidad de literatura y material para documentales y películas que están en el imaginario colectivo. Se destilan de esos testimonios los desafíos que asumieron estos pioneros de la expedición, y nos recuerdan nuestros límites anatómicos, mentales y tecnológicos frente a la naturaleza salvaje e inhóspita.

En la actualidad, todas las expediciones a la Antártida son, en teoría, de carácter exclusivamente científico y están destinadas a la investigación. En ocasiones grupos de artistas se enrolan en estos viajes para llevar a cabo sus proyectos creativos. Perihelio, una continuación de Magallán (que realizó en territorio chileno), es el resultado gráfico del viaje que Eduardo Rivas hizo en el verano austral de 2018-2019 a bordo del buque de la armada chilena AP-41 “Aquiles”, que da cobertura al traslado de mercancías y pasajeros desde Punta Arenas hasta las diferentes bases establecidas en el continente blanco.

El objetivo de este corpus fotográfico es tanto mostrar el resultado de su aventura como abrir preguntas y reflexiones referentes a la importancia de este paradigmático enclave respecto a las problemáticas medioambientales del Planeta. Pretende dar cuenta de la grandiosidad de su arquitectura natural, así como reflejar la huella ejercida por la actividad humana y los efectos que se traducen del Tratado Antártico -firmado en 1959, con 54 países implicados-, que salvaguarda y regula toda actividad internacional ejercida en la Antártida.

La fotografía de Rivas va más allá del género documental y de viajes. Es relevante su implicación emocional, la subjetividad de sus tomas y una cuidada selección y montaje, que acostumbra a trabajar en dípticos y relaciones entre unas fotos y otras. Y lo hace connotando intenciones, relacionando con la estética los conceptos y las cuestiones que quiere subrayar y trasladar al público, generando metáforas que amplían el sentido dotándolo de cierta narratividad. La serie resulta ser como un puzle que, al completarse, nos ilumina con un relato complejo que toca diversos aspectos y apela a nuestra sensibilidad; nos invita a encontrar el hilo que lo une todo. Es, en definitiva, el poso visual de una experiencia personal en la que late el aprendizaje, la investigación, la curiosidad irrenunciable y el asombro ante una gran aventura que empieza con el propio buque adentrándose en estas tierras desde el mar helado, esa gigantesca nave que, como un iceberg más, navega para trasportarlos y se convierte, además, en su casa.

El equipo humano con el que convivió cobra un importante protagonismo en este trabajo, ya que se convirtieron en una pequeña familia o comunidad formada por militares, investigadores y artistas. Fue una convivencia estrecha durante muchos días sin noche ni oscuridad que pautase los tiempos, con el desconcierto que ello supone a quien no esté acostumbrado a ello. Apenas disponían de conexión a Internet, las inclemencias del tiempo eran duras y el paisaje y los cielos parecen a veces sacados de un sueño. Varias de las fotografías aluden a esta vivencia lisérgica y desorientadora. También se plasman curiosas escenas de las tareas logísticas que los operarios llevaban a cabo en las bases que visitaban, marcadas siempre por un espíritu colaborativo que es habitual en la gran comunidad internacional que comparte este territorio en el que, a menudo, se necesitan unos a otros.

Otro grupo de instantáneas recogen el aspecto de las diferentes bases en las que recalaron, chilenas (Frei, Prats, O`Higgins, Paraíso, Yelcho, y Escudero), ecuatoriana (Maldonado), rusa (Bellinhausen), alemana (Gars) y china (Gran Muralla). Se ponen de manifiesto sus contradicciones y paradojas, nos muestran las diferentes construcciones, edificaciones y símbolos religiosos, pingüinos que prosperan junto a los humanos, o los deshechos y vestigios de otras épocas que quedan congelados en el tiempo…

Pero quizás lo más hermoso que se desprende de estas imágenes son sus espacios naturales. Varias tomas espectaculares evidencian que se trata de un territorio vivo y en continuo movimiento debido al comportamiento del hielo y la climatología, hecho que supone también, tristemente, una gran amenaza. Su imponente grandeza, llena de misterio -a veces fantasmal-, lleva implícita también la fragilidad de una Antártida vulnerable. Cada vez más secciones de tierra quedan al descubierto a medida que la gruesa capa de hielo se deshace sin remedio. Gigantes bloques de hielo se desprenden y quedan a la deriva en el mar hasta desaparecer, elevando el nivel de las aguas y adquiriendo con los cambios de temperatura caprichosas formas de gran belleza.

En estos antiquísimos hielos inalterados está impresa la historia de la Tierra, pues contienen burbujas de aire que son auténticas cápsulas del tiempo con información sobre la composición de las atmósferas de hace millones de años. Comprender los cambios climáticos que tuvieron lugar antes de la aparición de los seres humanos puede ayudar a comprender los mecanismos de las condiciones actuales y a sacar conclusiones importantes. Además, la Antártida regula la temperatura global debido a la incidencia en las corrientes oceánicas, determinantes para diferentes fenómenos que pueden cambiar la fisionomía y las condiciones del mundo entero.

Todo esto y mucho más cuentan las fotografías de Perihelio, titulado así por ser el momento en el que se puede viajar a la Antártida -cuando la Tierra está más cerca del Sol. Eduardo Rivas nos lleva con su objetivo por una tierra fascinante llena de curiosidades. Una artística y comprometida puesta en valor de la que debería ser la reserva natural más grande del Planeta.